MI EXPERIENCIA CON LA LACTANCIA

 (escrito por miermana)

Siempre que me había imaginado dando de comer a mi bebé, en el pasado, me había visto con un biberón en la mano… Me habían hablado de los efectos beneficiosos de darle el pecho a los lactantes, pero soy bastante pudorosa y no me imaginaba sacándome la teta en público. Cuando me quedé embarazada, por la insistencia de mi chico y la presión social, que es mucha, empecé a plantearme otras posibilidades… Finalmente me decidí por darle el biberón con mi propia leche.

Pero es mejor no ir con nada planeado, porque el destino es caprichoso y mi hija cogió enseguida el pecho. Yo me lo tomé tan en serio que no le di ni un biberón hasta que llegamos a casa, porque la leche me subió enseguida. Tampoco probó el chupete en el hospital, ni siquiera llevamos uno, por recomendaciones de las matronas…

La cuestión es que cuando conseguí sacarme una cantidad de leche considerable, como para que la chiquitaja no se quedase con hambre y se la di a probar me escupía el biberón y le daban arcadas. Estaba claro que mi hija era de teta y a mi me estaba gustando compartir esos momentos con ella, así que sucumbí a esa idea, que en un principio me había parecido absurda y disfruté de 3 primeros meses de lactancia maravillosos (en los que no podía separarme de la niña más de tres horas, porque no cogía biberón ni chupete), sacándome la teta en los lugares más insospechados tan feliz.

El problema vino cuando empecé a darme cuenta que en un par de meses me reincorporaba al trabajo, que mi niña sólo quería de mi teta y que nadie podía alimentarla. No tenía otra cosa en la cabeza durante el día y la noche. Lo intenté todo, siempre con leche que me sacaba previamente: probé diferentes tipos de tetina con una insistencia increíble, me fui de la habitación para que no me oliese, me fui de la casa para que la alimentasen otros, alargué las horas de las tomas para que tuviese más hambre… Pero el resultado era siempre muy negativo, por lo que seguía dándole la teta y devanándome los sesos para conseguir una transición poco traumática para mi hija, que tenía que comer sin que yo estuviera con ella…

Entonces una noche, una como todas las demás, me desperté con el llanto de Vega que tenía hambre y como siempre la recosté a mi vera para que tomase su ración de leche (nos encantaba hacerlo en la cama, porque luego nos quedábamos dormidas) y después de las tomas nos dormimos… Pero de repente me desperté porque mi chico me estaba hablando muy asustado y no estaba entendiendo nada de lo que me pasaba:
-Te ha dado un chungo- me dijo.
Y yo flipando: -¿qué dices?, si estoy perfectamente.
-Que no- me contestó - que has tenido convulsiones, has puesto los ojos en blanco hasta te has mordido la lengua, he llamado a una ambulancia. Nos vamos al hospital.

Efectivamente, me había dado un ataque convulsivo, por el que me tuvieron en observación 12 horas (en las que la niña tuvo que ir conmigo a urgencias y pasar a la sala en la que me encontraba cada 3 horas, para que le diese la teta, porque os recuerdo que no cogía el biberón…) Me mandaron a casa diciéndome que era un ataque aislado y que no me preocupase a no ser que se repitiera. Cuatro días después estaba otra vez en urgencias por el mismo problema, resulta que a mis 34 años soy epiléptica y yo no lo sabía… Trastornos de sueño, hormonas revolucionadas y mucha presión han conseguido que tenga que medicarme a diario y que asustase a toda mi familia.

Evidentemente la neuróloga me recomendó que dejase de darle el pecho a Vega, pues la medicación que tomo es muy fuerte y pasa a la leche. Yo me asusté mucho cuando me dijo esto, pero mi madre, que es muy decidida consiguió darle leche de fórmula a mi hija casi desde el primer momento. Os juro que lloré emoción la primera vez que la vi tomando el biberón, porque eso significaba que todos mis quebraderos de cabeza se habían terminado. Fue en ese  momento cuando me relajé y me di cuenta de todo el estrés que tenía acumulado. No me ha vuelto a dar ningún ataque.

Ahora mi niña duerme toda la noche y cada vez está más gordita, no creo que la leche de fórmula sea mala, lo que si es malo es que la gente imponga sus ideas y te haga sentir mala madre por no pensar como ellos. Si la madre está feliz su hijo también lo será. Y todo pasa demasiado deprisa como para que nos amarguemos con bobadas y no disfrutemos del momento.

¿Me arrepiento de haberle dado el pecho? No, porque fue una experiencia maravillosa.
¿Volvería a dárselo? Tampoco, porque siento que no decidí por mi misma...
¿Creo que mis ataques están relacionados con darle el pecho a Vega? No estoy segura, pero vienen provocados por todo el estrés acumulado.

Un saludo,

Marialu (Starenrojo)